A partir del momento en que decidió cancelar la ofensiva de Kursk, en parte debido al desembarco de los aliados angloamericanos en Sicilia, Hitler empezó a mirar hacia el oeste. Consciente de que Italia solo podía ser, estratégicamente, un frente secundario, el dictador alemán decidió empezar a prepararse para el desembarco aliado en Francia; con la idea de que si los derrotaba dispondría de mucho más tiempo y medios para lidiar con el ejército rojo.
El proceso de concentración de fuerza necesario para repeler a los aliados occidentales empezó durante la segunda mitad de 1943, y hasta el 6 de junio de 1944, los alemanes consiguieron tener listas para la batalla, aunque concentradas en diversos lugares geográficos, un total de doce divisiones panzer. No todas eran de buena calidad. Algunas, de hecho, eran llamativamente inferiores a lo que se piensa. Este es el modo en que las clasificó el General Geyr von Schweppemburg, jefe del Panzergruppe West.