Borovichi 1951 – Los españoles se sublevan (II)

El comandante alemán Hans Diesel, que estaba encarcelado, le contaba meses después a Palacios cómo le invitaron los españoles a salir, cosa que no hizo, a pesar de haber quedado destrozada su celda, pues los presos arrancaron la puerta para fabricarse armas de madera.

Teniente Rosaleny, Capitán Palacios y Alférez Ocaña

Una vez juntos libertos y libertadores, encendidos de ira, se precipitaron contra las oficinas del campamento donde Makaro, inútilmente, intentaba hacer comer al recién secuestrado. El jefe de campo, viéndoles llegar, echó a correr, perseguido por los españoles y, acompañado de toda la guardia rusa interior del campamento, presa de pánico, cruzó la línea de alambradas, refugiándose, junto con su Estado Mayor, tras la zona rastrillai (punto de la cerca que no podía ser traspasado so pena de recibir fuego de ametralladora o fusilería).

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Borovichi 1951 – Los españoles se sublevan (I)

El siguiente relato es un resumen del capítulo del libro del Capitán Palacios «Embajador en el Infierno», dedicado al motín del campo de prisioneros de Borovichi.

El plante de Borovichi, llevado a cabo por doscientos españoles, no deja de ser un hecho singular. La rebelión no se produjo contra los malos tratos, los sufrimientos corporales, el hambre o el abuso de poder, sino a causa de un entrañable motivo moral. Los prisioneros que estaban resignados a morir -en aquella época había muerto ya el 30 por ciento de sus miembros- no se resignaron, en cambio, a la retención, por parte de las autoridades soviéticas, de la correspondencia que les llegaba y no les era entregada.

Los españoles veían como alemanes, austriacos y húngaros, recibían cartas de los suyos. Veían como los hombres más enteros se escondían para moquear como chiquillos, con un pedazo de papel entre las manos. Acudieron los españoles a Makaro, el lacharni del lager n.º 3, de Borovichi, pidiendo acogerse a este derecho que tan injustamente se les negaba. Y éste les sugirió que elevaran, uno a uno, instancias de súplica a Bousenski, el ministro del Gobierno de quien dependían los prisioneros de guerra. Así lo hicieron todos, pero Makaro se quedó con las instancias y las destruyó sin cursarlas.

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El sitio de Sebastopol – 1942

Va a hacer 71 años que Sebastopol fue conquistado por los alemanes. Con motivo de esta batalla, se publicó en Alemania un album ilustrado de edición limitada: Wir Kampften auf der Krim. 1941-42

Cañones del fuerte Máximo Gorky

Hoy os traemos algunas imágenes de las que se incluían en ese album.

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Prokhorovka – La increible historia de Franz Staudegger en Teterewino del Norte

El 8 de Julio, mientras los tanques del II Cuerpo Pz de las SS habían girado hacia el Oeste para ayudar al XXXXVIII Cuerpo Panzer (GD, 3 Pz y 11 Pz), que avanzaba bastante por detrás, sobreexponiendo en consecuencia el flanco izquierdo del cuerpo SS, a los rusos se les presenta la oportunidad de destrozar las posiciones ocupadas por las divisiones SS , que ahora se encuentran apenas sin tanques.

Franz Staudegger y su Tigre detuvieron a una Brigada Blindada soviética

La decisión de Hoth (4º Ej. Panzer) de virar los tanques de las SS (Das Reich y Leibstandarte) hacia el Oeste puede costar la batalla. Además, la Totenkopf tampoco está disponible para cualquier imprevisto, porque está realizando un intercambio de posiciones con la 167 Div. de infantería. El flanco del Este está sobreextendido y ahora está sin Panzers.

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Y los alemanes – La guerra movil operacional conocida como Blitzkrieg

La teoría operacional alemana tuvo su origen en dos circunstancias muy concretas: por un lado que Alemania, rodeada de enemigos superiores a ella en algún aspecto: humano, industrial, comercial… se veía obligada a derrotar a sus enemigos con rapidez, para evitar que estos pudieran desplegar todos sus medios en una guerra de largo alcance que Alemania no podía soportar.

Por otro las teorías, anteriores al inicio de la Segunda Guerra Mundial, que promovían una guerra de movimientos rápidos para derrotar al enemigo mediante una batalla de aniquilación: Vernichtungsschlacht. Estas teorías, que tenían su origen en el ejemplo de la antigua batalla de Cannas y en la más contemporánea, batalla de Sedan de 1870, habían llevado a la escuela de Schlieffen a plantear una maniobra que llevara al cerco y a la destrucción del ejército enemigo en una única batalla. En el verano de 1914 esta maniobra fracasó, enfriando en gran medida al Estado Mayor alemán con respecto a las posibilidades de la guerra móvil.

La batalla de cerco de Sedan en 1870, que provocó la derrota definitiva de Francia.

Sin embargo, pensadores como Guderian, y sobre todo Manstein, y la aparición de nuevos medios técnicos como los carros de combate y los aviones, volvieron a poner la cuestión sobre el tapete: el resultado, no sin muchas discusiones, fue el plan operacional que derrotó al ejército franco-británico en mayo de 1940. Aquel fue el inicio de la llamada Blitzkrieg.

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Maskirovka y Razvedka, o como engañar al enemigo sin ser engañado

En la entrada anterior de esta serie nos dejamos uno de los tres elementos fundamentales del <<impulso>> operacional: la sorpresa. En esta nos referiremos brevemente a dos conceptos clave de las operaciones del Ejército Rojo: Maskirovka y Razvedka.

La primera es el arte de la disimulación y de la intoxicación, la que más tiene que ver, en consecuencia, con la consecución de la sorpresa operacional. A lo largo de la guerra el Ejército Soviético desarrolló complejas técnicas para lograr este objetivo, que podemos desglosar, entre otros, en los siguientes objetivos parciales: evitar que el enemigo pueda localizar las concentraciones de fuerza propias; disimular los objetivos que se pretenden, y la profundidad a la que se hallan dentro del dispositivo enemigo; engañar al enemigo con respecto al centro de gravedad del ataque por venir, incluso sobre la existencia futura misma de dicho ataque.

La paja podía ser un medio tan bueno como cualquiera de esconder un carro de combate.

Cada uno de estos aspectos se lograba de maneras determinadas. Así, por ejemplo, los desplazamientos de las tropas se hacían solo de noche, y con todos los faros apagados, o cuando había una niebla lo suficientemente espesa como para evitar que las columnas fueran detectadas por la observación enemiga. Además, durante el día, las tropas debían quedar camufladas en bosques, barrancos, edificios o bajo redes de camuflaje, de modo que no pudieran ser localizados por la observación aérea alemana.

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