La neutralidad de Irán y la amenaza alemana. Verano de 1941.

El 22 de junio de 1941, Alemania desencadenó la Operación Barbarroja, y la Wehrmacht empezó a internarse en la Unión Soviética a una velocidad preocupante. Aunque ahora sabemos que la resistencia del Ejército Rojo fue mucho más correosa de lo que han sostenido las primeras generaciones de historiadores, y hemos podido evaluar hasta qué punto los constantes contraataques sirvieron para desgastar las puntas de lanza Panzer, lo cierto es que la impresión que se tenía entonces de la situación parecía, y era, sumamente preocupante.

Dos acontecimientos se complementaron para que los acontecimientos que se desarrollaban en Rusia enviaran ondas de choque hasta Teherán. Desde un punto de vista puramente militar, la victoria alemana en Smolensko y la aparente, ya la hemos comentado, falta de capacidad del Ejército Rojo para contener a los invasores, avivaron el temor británico a un ataque desde el norte, a través del Cáucaso, hacia las vitales reservas petrolíferas de Irak e Irán. Por otro, más logístico, el envío de suministros y material de guerra a los soviéticos, que se iba a plasmar por medio de los Protocolos de Moscú y la extensión de la Ley de Préstamo y Arriendo, suponía la necesidad de abrir rutas por las que pudieran transitar. Una sería el ártico, hacia Arcángel y Múrmansk, otra la del lejano Oriente, por Vladivostok y el transiberiano, pero la más importante tenía que llegar por el golfo pérsico y los puertos iraquíes e iraníes, a través de la propia Persia.

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La guerra del petróleo, un escenario perdido de la Segunda Guerra Mundial.

Esta es una historia de geoestrategia, que debería dar pie a narrar algunas historias más de la Segunda Guerra Mundial. La campaña de Libia, comenzada en el verano de 1940 con la entrada en guerra de Italia, había dado al Reino Unido las alegrías que necesitaba tras el contundente revés en Francia. La ofensiva iniciada en diciembre de 1940 acabó con la derrota cuasi completa de los ejércitos italianos en el norte de África, y con Trípoli haciendo las veces de la manzana madura del huerto, lista para ser recogida, hasta que se inmiscuyeron la aventura griega y la llegada de tropas alemanas al escenario libioegipcio.

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Buque británico de la clase Dido en el canal de Suez

A partir de aquel momento se inició una confusa aventura en la que tanto británicos como germanos dieron una importancia capital al canal de Suez, pero este no era más que una excusa, un punto de paso –norte sur para los suministros británicos que llegaban a Alejandría y otros puertos de Egipto; este oeste para los alemanes, que pretendían llegar a los territorios del Levante– hacia objetivos mucho más relevantes.

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Cruz Victoria – Gerard Broadmead Roope

Iniciamos hoy una Serie GEHM nueva con las Cruces Victoria  otorgadas por Gran Bretaña, y comenzaremos por la primera que se concedió en la Segunda Guerra Mundial.

El HMS Glowworm instantes antes de embestir al Admiral Hipper

Gerard Broadmead Roope era un capitán de corbeta que con su destructor el HMS Glowworm mantuvo un épico encuentro con el crucero pesado alemán Admiral Hipper en los prolegómenos de la batalla de Narvik. El propio capitán del crucero alemán, Helmuth Heye, propuso a Roope para la Cruz Victoria a través de los intermediarios de la Cruz Roja. El arrojo y el valor demostrados por el capitán Roope son dignos de ser recordados en los anales del combate naval y por eso hoy lo rememoramos aquí.

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Julio de 1940: Las Opciones Estratégicas del III Reich.

                Dice una historia, posiblemente apócrifa, que cuando tres días después de invadir Polonia Hitler recibió las declaraciones de guerra del Reino Unido y de Francia, se giró hacia von Ribbentrop, su ministro de asuntos exteriores, y le dijo algo así como. “¿Y ahora qué?”

Ribbentrop y Hitler.

                Dice otra historia, totalmente inventada pero que tal vez sea cierta, que nada más firmarse el armisticio de Rethondes el 22 de junio de 1940 hubo un montón de gente: oficiales, políticos y soldados, en Alemania, que se hicieron esa misma pregunta. ¿Y ahora qué? Alemania acababa de derrotar al que hubiera debido ser su enemigo más poderoso, Francia, en apenas seis semanas, un hecho que, enfrentado a las previsiones germanas de una guerra larga, dejaba a Hitler preguntándose qué podía hacer a continuación con el otro rival que le quedaba: el Reino Unido.

                Para empezar, podemos dividir las posibilidades estratégicas del Reich Alemán en dos grandes áreas: las pacíficas, que se desarrollaron a través de los torpes intentos de paz alemanes y que acabaron estrellándose contra la férrea resolución de Churchill y el resto de los británicos; y las bélicas.

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