Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (V)

Una vez formados los componentes de la tripulación en sus diferentes misiones: conductor y ametrallador en las profundidades del casco, y cargador, tirador y jefe de carro en la torre, el paso siguiente era el entrenamiento en pequeñas unidades, básicamente por secciones. Esta, que era la unidad blindada fundamental, constaba de cinco carros de combate, y tres de ellas, junto con el blindado del jefe de carro y el de su adjunto, formaban una compañía de un total de 17 Sherman.

Pero volvamos a nuestra sección. Para organizar un ataque, el comandante de esta, normalmente un teniente, se reunía con los otros cuatro jefes de carro para darles la información disponible sobre el despliegue enemigo, explicar cuál iba a ser el camino empleado para llegar hasta este –sobre un mapa– y los lugares eventualmente peligrosos. Así, cada uno de los mandos conoce no solo la misión general, sino también la suya particular y la de los otros cuatro carros que lo acompañan.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (IV)

Sin duda, el “glamour” de la torre de un carro de combate es inevitable, allí se maneja el cañón que destruye al enemigo y se dan las órdenes que hacen maniobrar el carro de combate, pero en esta serie de entradas que estamos dedicando al estadounidense Sherman [capítulo I, capítulo II, capítulo III], no podemos olvidar lo que pasa dentro del chasis del carro, donde se sitúan dos tripulantes singularmente importantes, ya que de ellos dependen elementos tan vitales como la derrota que va a seguir el blindado y la protección cercana contra la infantería.

El primero de nuestros protagonistas, sentado en el lado izquierdo de la caja, es el conductor: Driver, que aunque sigue órdenes del jefe del carro, debe ser capaz de determinar por si mismo el itinerario a seguir, obteniendo del terreno circundante la máxima protección a la vez que consigue que el carro esté siempre en condiciones de poder disparar contra el enemigo, es decir, ocultando el casco pero dejando la torreta por encima de los obstáculos en todo momento.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (III)

Como en cualquier carro de combate de la época, a bordo de un Sherman el comandante era una pieza clave. Ya adelantamos en la entrada anterior que la misión primordial de este era dirigir y organizar a sus hombres, supervisar el correcto mantenimiento del carro y, durante la lucha, servir como “director de orquesta” de toda la tripulación. Cabe añadir, en este caso, que además se trata de lo que podríamos considerar una tripulación de ciegos, pues si bien otros miembros de la misma tienen acceso al exterior: el conductor, el tirador o el ametrallador, por ejemplo, siendo habitualmente el cargador el que se queda completamente a oscuras, es el jefe del carro el que, tanto para proteger a los demás como para detectar al enemigo antes de que este pueda destruirlos, debe estar siempre en alerta cuando entran en combate.

En los primeros modelos de Sherman la escotilla del jefe de carro estuvo equipada con un periscopio que este podía hacer rotar para observar el terreno en todas direcciones, sin embargo, los destinatarios de tan fastuosa comodidad pronto se dieron cuenta de que resultaba mucho más eficaz asomar la cabeza y mirar directamente en todas direcciones. Mejor todavía, mientras asomaba la cabeza el comandante del tanque podía hacer girar la torreta, de manera que además de seleccionar el objetivo podía pre apuntar el cañón hacia él, dejando al tirador la simple tarea de afinar dicha puntería para aumentar las posibilidades de dar en el blanco. La contrapartida era que se exponía a recibir las atenciones de un francotirador alemán, por eso, más adelante se instalará una cúpula blindada con seis visores.

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (II)

Dentro del proceso de formación de las tripulaciones de los carros de combate Sherman, que como bien apuntaba ESAU en la entrada anterior, se juntaban desde el momento mismo de empezar el entrenamiento, los ejercicios iban incrementándose en escala desde los más sencillos a los más complicados. Así, cada hombre se entrenaba primero individualmente antes de que toda la tripulación empezara a manejar el carro en maniobras a nivel de sección y luego de compañía.

Tripulación de un Sherman durante el entrenamiento en Camp Cooke, California, en febrero de 1944

Posteriormente, venían las maniobras a más alto nivel, hasta llegar a las divisiones y a los cuerpos de ejército. Norris Perkins, que participó en el gran ejercicio ejecutado en Luisiana en 1941, en el seno de la 2.ª División Acorazada del general Patton, recuerda:

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Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (I)

Apodado Ronson, como el mechero, por sus tripulantes, a causa de su tendencia a incendiarse cuando era alcanzado; considerado inferior a la mayor parte de los blindados germanos a los que se tuvo que enfrentar; y, según la historia anecdótica, más fiable como arma de guerra por su cantidad que por su calidad, el carro de combate Sherman parece haber pasado a la historia como un mal producto. Sin embargo, como sucede con casi todas las armas, lo verdaderamente importantes nunca fue la máquina en sí, sino aquellos que la tripulaban.

En el Ejército Estadounidense, la instrucción de base, previa al envío de los soldados a su destino definitivo, tenía una duración de trece semanas (17, a partir de 1943), y se basaba en una serie de premisas férreas, como no entregar material alguno (fundamentalmente armas) a los soldados sin que hubieran asimilado la necesaria formación teórica con respecto a su funcionamiento, su manejo correcto y los peligros que este entraña. Cuando finalmente recibían su equipo, los soldados eran advertidos de que se les responsabilizaría de cualquier daño que causaran, al mismo o a otros, y las carencias en el mantenimiento eran severamente castigadas.

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El despliegue de los aviones enemigos de la Kido Butai (añadido).

Hace una semana cerrábamos una serie de entradas (ver links al final de este texto) sobre la gestión de los aviones de la Kido Butai, la fuerza aérea de la flota imperial japonesa, exponiendo el largo y farragoso proceso necesario para preparar los aparatos de combate antes de su despegue desde los portaaviones, y como bien comentaban Marco y Dani en el último capítulo de la misma, es interesante hacer una breve mención a las diferencias fundamentales con los portaaviones estadounidenses, sus enemigos y sus vencedores en la contienda en general y en la batalla de Midway en particular.

EL Hornet, uno de los tres portaaviones estadounidenses en Midway

Para empezar, es importante precisar las misiones encomendadas a estos buques por la doctrina estadounidense. Al principio, cuando apenas eran considerados un arma ofensiva, su función fundamental era detectar a distancia la flota enemiga para poder guiar a los buques de guerra hasta ella, enviar a sus aviones a sobrevolar el combate para que ayudaran a ajustar el fuego de la artillería y, finalmente, denegar el espacio aéreo al enemigo para que no pudiera hacer otro tanto.

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U.S. Paratroopers, el entrenamiento de una unidad de élite (VI)

Miércoles, 31 de mayo de 1944, el gran día está a punto de llegar y los paracaidistas abandonan Aldbourne rumbo a la que será su última base en suelo inglés antes de la invasión: Upottery, a quince kilómetros de la costa sur de Inglaterra. Han pasado casi dos años desde que los hombres llegaron a Camp Toccoa para empezar su entrenamiento en agosto de 1942. En aquel momento los alemanes avanzaban a toda prisa hacia el Cáucaso y, en el norte de África, Rommel se hallaba ante El Alamein, a las puertas de Alejandría.

La primera unidad paracaidista estadounidense que saltó sobre el enemigo fue el 2.º Batallón del 509.º Regimiento, que voló directamente desde Inglaterra para lanzarse cerca de Orán.

Los hombres partieron hacia Fort Benning en diciembre del mismo año, poco después de que los ejércitos norteamericanos entraran efectivamente en guerra tras haber desembarcado en el Marruecos y Argelia; en el frente ruso los alemanes habían sido cercados en Stalingrado. Para abril, cuando los paracaidistas estaban en Camp Mackall, la guerra en África iba bien, pero las ofensivas rusas de invierno habían sido contenidas. Podría decirse que la guerra se había ralentizado.

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