Aquel día de primeros de agosto, Cadorna podía congratularse de haber conseguido al fin lograr un objetivo importante, Gorizia había caído en manos de las tropas italianas, que además habían conseguido cruzar el río Isonzo, uno de los elementos fundamentales del sistema defensivo del Quinto Ejército austro-húngaro del general Boroevic.
Entretanto, en los flancos del campo de batalla también se habían producido operaciones, con resultados dispares. En el flanco sur, el Tercer Ejército italiano, tras la toma del Monte San Michele, siguió presionando sobre el macizo de Doberdo. Como había sucedido en torno a Gorizia, el comandante en jefe imperial fue consciente de que con la pérdida de aquella posición clave su frente no iba a poder resistir, y aprovechando una pausa en los asaltos enemigos, retiró su 17.ª y 20.ª divisiones a la segunda línea defensiva, preparada por los ingenieros tiempo atrás. Para cuando los atacantes quisieron reaccionar, ya habían perdido la ventaja de sus primeras victorias y se enfrentaban de nuevo a una posición bien organizada. Aun así, podían apuntar en su haber objetivos como el Monte Sei Busi, la colina 197 y la propia localidad de Doberdo.