La Marina veneciana en el s. XVIII (II)

En la primera entrada de esta serie explicamos la evolución de la Marina veneciana a lo largo del siglo XVIII y dejamos planteada la cuestión de las galeras. A pesar de la mejora experimentada por las naves de vela, a lo largo de este siglo la Serenísima República de Venecia siguió disponiendo de una flota de galeras. Fueron más o menos veinte casi hasta final de siglo, y en 1797 todavía había tres en construcción. Sus funciones fueron patrullar las difíciles costas dálmatas, apoyar o efectuar operaciones anfibias y remolcar a otros buques. Todo ello sin olvidar diversas ocasiones, y naves, ceremoniales. Última ventaja de la galera, eran más baratas y, sobre todo, para un país que disponía de escasos recursos forestales, consumían menos madera.

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El Bucintoro ante San Marcos en el día de la Ascensión, por el Canaletto. Se trataba de la galera oficial del dux de Venecia.

A partir de aquí todo eran desventajas. Las galeras eran mucho menos potentes a la hora de combatir, también aguantaban menos tiempo de mar y se deterioraban con mucha más rapidez que un navío de línea o una fragata. Para terminar, un problema más de las galeras era la chusma, los remeros que las propulsaban. Los miembros de este grupo se reclutaban en Grecia, en Dalmacia y en los penales; y qué hacer con ellos cuando la galera volvía al arsenal y era desarmada, se fue convirtiendo en un problema.

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La Marina veneciana en el s. XVIII (I)

Cuando uno piensa en las marinas de la época de los buques de línea, aquellos de setenta y cuatro, ochenta o más de cien cañones, acaba siempre fijándose en tres países: el Reino Unido por supuesto, y luego las marinas borbónicas de Francia y España. Guerras como la de Sucesión española, la de los Siete Años, la Independencia norteamericana o las Guerras Napoleónicas no se entienden sin ellas. Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII hubo más países que desarrollaron fuerzas navales con grandes buques, aunque mucho menos poderosas. En la presente serie me gustaría fijarme en uno de ellos, la Serenísima República de Venecia, una de las grandes potencias navales del mediterráneo durante la edad media. Es necesario añadir que estas entradas están basadas fundamentalmente en “Les Marines Italiennes”, ponencia de Jean Bérenguer (Université Paris-Sorbonne) para Les marines de la guerre d’Indépendance américaine 1763-1783, una serie de conferencias patrocinadas por la Sociedad de los Cincinnati de Francia, l’Université Paris-Sorbonne y l’École Militaire entre el 8 y el 9 de junio de 2009.

Venecia en la década de 1740. Il molo visto dal bacino di San Marco, por el Canaletto.

En líneas generales podemos decir que, a diferencia de otras potencias, la Serenísima redujo su marina a lo largo del siglo XVIII, especialmente a partir de 1718, una vez terminada su rivalidad con el Imperio otomano por medio del Tratado de Passarowitz, en el que la república conservó Dalmacia, las islas Jónicas y las ciudades de Préveza y Arta, pero perdió la península de Morea y la isla de Creta. A grandes rasgos, Venecia se convirtió en un Estado marítimo fundamentalmente volcado en el Adriático.

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