Las actividades y los beneficios del espionaje son conocidos desde antiguo, pero con el surgimiento de los Estados-Nación durante el siglo XVII y con la progresiva globalización y mejora de las comunicaciones, los servicios de inteligencia empezaron a tomar carta de naturaleza.
Oficial escribiendo una carga (Gerard Ter Borch 1655)
Los Estados ejercían una política exterior sustentada principalmente en dos pilares: un Ejército permanente desplegado en el territorio, y un Cuerpo Diplomático destacado en las cortes de los demás estados. Por tanto, se hacía imperioso tender y mantener redes de información y comunicación para que los centros de decisión pudieran establecer las directrices políticas y estratégicas adecuadas.