Hace unos días se cumplían 455 años de la caída del fuerte de San Telmo, acontecimiento crucial en el éxito cristiano durante el Gran Sitio de Malta de 1565. Si poco se habla del sitio de Malta en general y de San Telmo en particular, menos aún se hace de los tres capitanes españoles del Tercio Viejo de Sicilia que lo defendieron hasta la muerte.
Durante las investigaciones que llevé a cabo hace ya cinco años para mi libro Los Tercios en el Mediterráneo, tuve sobrada ocasión de darme cuenta de la tergiversación y la manipulación a la que han sido sometidos estos hechos a lo largo de los siglos. En las fuentes extranjeras solo hay caballeros de la Orden de Malta y malteses. Fue algo que me tuvo bastante intrigado, pues a poco que se adentre uno en las crónicas de la Orden escritas en los siglos XVI y XVII por personas insignes de la propia orden, como Bosio (en italiano) o Salazar (en español), o de memorias de soldados españoles presentes en el sitio, como las de Balbi, saltará rápidamente a la vista que en las primeras semanas del asedio, hasta la llegada del Pequeño Socorro, hubo más de dos compañías de soldados viejos del Tercio de Sicilia haciendo frente a los turcos y, a su frente, tres capitanes españoles.
La conferencia versará sobre El Camino Español en su dimensión estratégica y logística y un análisis de las tácticas de combate a caballo del periodo. Entrada libre hasta completar aforo.
La Dirección de Investigación, Doctrina, Orgánica y Materiales (DIDOM) del Mando de Adiestramiento y Doctrina del Ejército de Tierra (MADOC) acaba de publicar la primera monografía (descarga gratuita) del proyecto Lecciones Aprendidas de la Historia dedicada a los Tercios.
El proyecto pretende extraer lecciones de campañas y épocas pasadas que puedan ser de utilidad para los mandos y la tropa de las unidades actuales en su desempeño y misiones. Entre los ponentes del comité de expertos de la DIDOM, integrado por personal civil y militar y coordinado por Fernando Mogaburo, se encuentran Hugo A. Cañete, miembro del Grupo de Estudios de Historia Militar (GEHM) con un estudio de la estrategia de estómago en la campaña del duque de Alba de 1568, y el profesor Javier Jordán, miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI) con un análisis de la insurgencia en la Guerra de las Alpujarras (1568-1571).
En Breisach, Bernardo reunió una fuerza móvil de ataque 20 y partió con el objeto de interceptar a Carlos (13 de octubre). El 15 de octubre de 1638 sorprendió al contingente lorenés, de 1.500 caballos, 2.500 infantes y 5 cañones, y lo puso en fuga en una rápida y virulenta emboscada, la Acción de Traun (también conocida como Sennheim).
En su crónica sobre las Guerras de Flandes, cuenta Faminiano Estrada un curioso pasaje enmarcado en la camapaña del duque de Alba de 1568 contra el ejército invasor de Guillermo de Orange, en el que dicho duque se despacha con una buena salida ante el temor de un capitán sobre la gran alianza que había detrás del ejército protestante. Empieza así:
Marchaba a toda prisa Guillermo de Orange con un poderoso ejército formado en Alemania, porque el odio común contra la casa Austriaca de España había coaligado fácilmente a algunos Pontentados Herejes. Avivó la fragua la muerte de Egmont y Horn, recibida de todos ellos con execración; y el odio contra el duque de Alba, aumentado por esta causa. En el ejército, que pasó muestra en Aquisgrán, habían 28.000 soldados. De estos, 16.000 infantes y 8.000 caballos alemanes; y franceses y flamencos 2.000 de a caballo y casi otros tantos a pie.
Dejamos en la entrada anterior un texto de Alzola pendiente de análisis, cosa que pretendemos hacer en las líneas siguientes.
Dejemos aquí el relato de Alzola para realizar un breve análisis. La nao inglesa con el barlovento ganado acomete a la española y directamente intenta un abordaje haciéndose uso de artillería y arcabucería en el mismo instante, algo que recuerda a la imputada táctica de los españoles según los señores Martin y Parker (4): “Las tácticas de navegación españolas, decantadas a partir de la experiencia de las galeras, también concebían la andanada como recurso sólo utilizable en una única ocasión y con la exclusiva finalidad de desbaratar y confundir al adversario en el preludio de un inmediato abordaje”.
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