Imagínese el lector una ciudad en lo alto de un acantilado que se desploma sobre un río ancho, caudaloso y caprichoso, que la defiende en su lado oeste; con un denso pantano en su lado norte y solo accesible por el este o el sur, que es territorio propio. Y además una ciudad que está muy bien fortificada con diversas trincheras, fortines, redanes y numerosas baterías de artillería. Una nuez muy dura de roer, así era Vicksburg a finales de 1862 cuando, en plena guerra civil americana los ejércitos de la unión decidieron que era necesario tomar esta localidad, pues con su conquista se hacían con el control del río Mississippi, y la confederación quedaba cortada en dos.
Sin embargo las operaciones iban a resultar extraordinariamente difíciles. El primer intento orquestado por el General Grant partió de la región de Memphis y trató de llegar hasta su objetivo por tierra, avanzando desde el norte. Ante esta situación los confederados tuvieron que retirarse tras el río Yalabusha; y los federales decidieron enviar uno de sus cuerpos de ejército, el del General Sherman, a operar por el río, al oeste de la ciudad, para distraerlos. Sin embargo estas reaccionaron muy bien bajo presión: un raid de la caballería sudista de Forrest segó las líneas de comunicación de Grant, y un violento contraataque de las tropas confederadas de Van Dorn acabó con la destrucción del depósito de suministros principal de los nordistas en Holly Springs, obligando a Grant a cancelar su ofensiva.