Posiblemente la batalla terrestre más importante de la historia de las islas británicas, abrió paso a la conquista Normanda.
En 1066 el duque Guillermo de Normandía era probablemente el noble más poderoso de Francia. También tenía pretensiones al trono inglés. Ya en 1064, el conde de Wessex, Harold Godwinson, principal consejero y cuñado del rey inglés Eduardo el Confesor, había llegado a Normandía para confirmar a Guillermo como sucesor de este último, aunque después dijera que su barco había encallado en la costa normanda debido a las tormentas.