Para hacernos una idea del volumen del problema, en el año 2015 aproximadamente un millón de personas habían llegado a Europa. Esta llegada masiva se convertiría en un severo rompecabezas para una UE que no estaba preparada para hacer frente a una situación tan complicada.
La ruta griega ofrecía una mayor cercanía para aquellos que se encontraban huyendo de los conflictos de Oriente Medio, lo que facilitaba una mayor afluencia de personas, pero también implicaba un mayor número de muertos. A fin de cuentas, aunque la vía griega era menos peligrosa que la italiana, también encerraba riesgos; a esto se unían las penurias propias de tener que abrirse camino hasta los países de destino del norte de Europa atravesando toda la ruta de los Balcanes (penurias que se incrementaban aún más por las duras condiciones climáticas durante la época de frío).