Cómo perdió Siria el Grupo Wagner

A pesar de la muerte de su antiguo líder, el Grupo Wagner sigue operando en algunas partes del mundo. En Siria, sin embargo, su presencia se ha evaporado hace mucho tiempo. ¿Qué salió mal?

El Grupo Wagner, una empresa militar privada (PMC) financiada por el Estado ruso, se desplegó en Siria en 2015 y estuvo allí durante seis años. Su papel en el conflicto del país quedó claramente de manifiesto en la batalla de Khasham en febrero de 2018, en la que una fuerza mixta de mercenarios wagneritas y milicianos sirios intentó arrebatar el control de un campo petrolífero al ejército estadounidense y sus milicias aliadas. Los wagneritas y sus aliados sufrieron graves daños tras un intenso bombardeo aéreo y de artillería norteamericano, y el incidente se consideró muy desconcertante en un momento en el que los acuerdos para desescalar el conflicto entre Estados Unidos y Rusia seguían vigentes. De hecho, la pregunta clave sobre el incidente es si el mando ruso en Siria estaba al tanto del plan de los wagneritas o no. El jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, afirmó que el mando ruso lo sabía, mientras que este último negó tener conocimiento, de ahí las afirmaciones de Prigozhin y sus partidarios de que, ya para entonces, un celoso Ministerio de Defensa ruso estaba tratando de socavar a Wagner.

Las afirmaciones de Prigozhin pueden interpretarse como una prueba de fricción con el Ministerio de Defensa, que se remonta a los primeros años del Grupo Wagner. Sin embargo, la narrativa que surge de fuentes tanto del gobierno sirio como del gobierno ruso indica que hasta 2023 las cosas no iban tan mal. Incluso después del motín de Prigozhin y su posterior muerte, fuentes diplomáticas y militares rusas calificaron la experiencia de Rusia con los mercenarios en Siria como bastante positiva. Fuentes diplomáticas, militares y de la industria del petróleo y el gas sirias también insistieron en que las autoridades rusas siempre defendieron a Wagner de las críticas sirias y bloquearon los intentos sirios de arrebatarle al grupo los contratos existentes, especialmente en el sector del petróleo y el gas. Solo después del motín retiraron las autoridades rusas su protección a Wagner y unieron esfuerzos con los sirios para conseguir que los wagneritas abandonasen la empresa o incluso el país.

Dicho esto, todas las fuentes sirias coinciden en que nunca tuvieron la impresión de que las autoridades rusas estuviesen involucradas en la expansión de Wagner más allá del negocio militar privado, los sectores del petróleo y el gas, y otras relacionadas. Es posible que las fuentes no estuviesen al tanto de los acuerdos de Wagner con las autoridades rusas, pero parece claro que Prigozhin no compartía la mayor parte de sus beneficios con las autoridades del Kremlin, aparte de pagar algunos impuestos en Rusia. Dada la naturaleza turbia del negocio, se sospecha que los impuestos satisfechos fueron una cantidad relativamente pequeña.

Las opiniones sirias sobre Wagner y sus operaciones en su país no son del todo negativas. Sus operaciones de comando o fuerza de choque se consideraron útiles, dada la escasez de unidades capaces de combatir en las fuerzas armadas sirias y la falta de voluntad del Ministerio de Defensa ruso para comprometer fuerzas rusas regulares. Los empresarios sirios que trabajaban con Prigozhin también estaban en general contentos con la colaboración: los extraordinarios beneficios obtenidos al no pagar impuestos ni aranceles se compartían con los socios comerciales sirios, que hoy describen aquella época como de bonanza.

Durante un tiempo, Prigozhin también se encargó de mantener contentas a las élites políticas. Por ejemplo, la familia Assad fue recompensada con contratos de empresas participadas. Con el tiempo, sin embargo, creció la envidia de la élite económica y política siria, en gran medida porque el sector del petróleo y el gas es una de las pocas formas de ganar dinero en Siria. Prigozhin, tranquilo, quizá, por la protección de la que disfrutaba por parte de las autoridades rusas, no sintió la necesidad de distribuir los beneficios de Wagner más allá de un reducido número de socios comerciales sirios y del ministro del Petróleo y el Gas.

La justificación inicial para la entrada de Wagner en el sector fue, obviamente, que desempeñaba un papel clave en la recuperación del control de los yacimientos. Eso legitimó las condiciones excepcionalmente favorables en las que Wagner pudo explotarlos posteriormente. Sin embargo, en junio de 2020, cuando la guerra había terminado a todos los efectos, tanto los poderosos sirios, que no recibían su parte, como los funcionarios, que no veían ningún beneficio para un estado sirio que hacía esfuerzos por recaudar ingresos suficientes para mantenerse, se mostraron críticos con Wagner y sus privilegios.

Aquí se ve un marcado contraste con la situación que surgió en Mali después del motín de Wagner en 2023. En Mali, el gobierno ruso intentó arrebatarle a Wagner el contrato con el gobierno maliense, pero Bamako se opuso e insistió en mantener a la organización en el país. En última instancia, se llegó a un compromiso en el que Wagner se quedó con el 80 por ciento del antiguo contrato. El gobierno de Mali no quería que la empresa militar privada rusa Redut, en realidad subsidiaria del Ministerio de Defensa, sustituyese a Wagner. Consideró que ésta sería una herramienta más maleable en sus manos que Redut.

En Siria, el gobierno no solo no se opuso a los planes del gobierno ruso de expulsar a Wagner del país, sino que los respaldó de forma activa. Sin embargo, al igual que en Mali, el gobierno mostró poco interés en ampliar el papel de Redut (que ya operaba en el país en paralelo con Wagner). Las autoridades rusas siguen intentando «vender» a los sirios una ampliación del papel de Redut, pero las largas negociaciones demuestran una clara falta de entusiasmo por parte de Siria, que preferiría prescindir de cualquier participación militar o de seguridad privada rusa en el sector del petróleo y el gas.

Esto parece sugerir que Wagner solo podría ser reemplazado por entes como Redut hasta cierto punto, ya que los clientes no quieren que el gobierno ruso tenga demasiada influencia sobre el modo de emplear a los mercenarios. También hay otras razones por las que Wagner es difícil de reemplazar. Según el personal directivo de empresas rusas y sirias que anteriormente operaban bajo el mando de Wagner, una vez que el Ministerio de Defensa ruso tomó el control de las operaciones de la organización en el sector del petróleo y el gas, la rentabilidad se desplomó. No se trata de una cuestión de competencia técnica o de gestión, ya que el personal ha cambiado poco, sino de las oscuras habilidades empresariales propias de Prigozhin. Las autoridades sirias exigen ahora que las empresas rusas en Siria paguen impuestos y derechos de aduana.

La paradoja del modus operandi de Wagner en Siria era que funcionaba gracias a la capacidad de Prigozhin para romper todas las reglas, pero fracasó por la misma razón. El modelo de «capitalismo salvaje» de Prigozhin siempre iba a generar resistencia, envidias y críticas. El sistema de Prigozhin solo podía funcionar si contaba con la protección del estado ruso, que tenía una enorme influencia sobre la élite siria en 2015-2020. Ahora la pregunta es si ese modelo, suponiendo que su hijo Pavel tenga la intención de continuarlo, puede funcionar de forma autónoma y seguir generando beneficios.

En Siria, el modelo de Prigozhin era aceptable mientras la situación de crisis extrema permitiese pocas o ninguna alternativa. Una situación así no puede durar para siempre, debe evolucionar en una dirección u otra. Aunque el modelo parece seguir siendo viable por ahora en Mali y África Central, está claro que, en general, Rusia nunca ha estado en condiciones de ofrecer una protección completa, generalizada y a largo plazo para Wagner en toda la extensión geográfica de sus operaciones. De hecho, más allá de Siria, la presencia del estado ruso junto a los despliegues de Wagner fue siempre mucho más tenue y, generalmente, se limitó al apoyo diplomático y técnico. Esta es una diferencia clave entre el modelo de negocio de Prigozhin y el de, digamos, la Compañía Británica de las Indias Orientales. Ambos modelos están/estaban impulsados por una capacidad de rapiña extrema, pero la Compañía de las Indias Orientales se sustentaba en una capacidad comparativamente mucho mayor del estado británico para respaldar las «inversiones» de la Compañía.

En consecuencia, el modelo de Prigozhin solo era realmente viable para un periodo relativamente corto y muy intensivo en la obtención de beneficios. Bien podría haber sido diseñado teniéndolo presente: en Siria, según fuentes de la operación financiera de Wagner, la organización ganó un botín de guerra que continúa financiando las aventuras de Wagner en otros lugares. Como agente de capital riesgo, Prigozhin parece haber asumido que varias de sus operaciones arrojarían pérdidas, pero esperaba que unas pocas muy exitosas las cubriesen y dejasen una ganancia considerable, lo que bien podría haber sido el caso.

Artículo original: How the Wagner Group Lost Syria

Dr. Antonio Giustozzi

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