Para contestar a esta pregunta tenemos que plantearnos las tres posibilidades estratégicas que tenía la Wehrmacht aquel verano de 1943.
– Defensa estática
– Defensa elástica
– Ofensiva limitada.
Pasemos a analizar estas opciones.
La idea de la defensa estática se fundamentaba en un “Ostwall”, conocido con el nombre de “línea Hagen”, que debía convertirse en un frente fortificado donde detener a los soviéticos. El principal problema de esta idea era que los efectivos del Ejército Rojo estaban creciendo más que los del “Ostheer” (el ejército alemán en el este). Valgan en defensa de esta afirmación las siguientes cifras comparativas entre el Ejército Rojo y la Wehrmacht en 1942 y 1943 dadas por Jean Lopez: de 1,8/1 a 2/1 en lo que a efectivos se refiere; 2,6/1 a 3,5/1 en carros de combate; 2,8/1 a 4,3/1 en artillería y 1,6/1 a 2,2/1 en aviación. Y para 1944 se esperaba, además, que la diferencia fuera aún mayor, pues los alemanes, cuya reserva biológica estaba agotándose, querían desplegar para ese año hasta 2 millones de hombres en el frente del oeste con el fin oponerse a los aliados occidentales.
En estas circunstancias, nada podía impedir que el Ejército Rojo concentrara en un punto concreto de esta línea defensiva una fuerza abrumadora capaz de romperla.
La segunda opción que vamos a analizar es la defensa elástica, preconizada por von Manstein en sus memorias. Esta posibilidad sufría, indudablemente, del mismo problema que hemos indicado antes con respecto a la defensa estática, la cada vez más preocupante superioridad numérica del Ejército Rojo, aunque confiaba plenamente en la capacidad superior de los materiales y los mandos alemanes a la hora de planificar y ejecutar operaciones móviles.
Sin embargo tenía una serie de inconvenientes:
– En primer lugar la falta de capacidad de los alemanes para adivinar donde iban a caer los ataques soviéticos. El FHO (siglas de “Fremde Heeres Ost” “Ejércitos Extranjeros Este”, la organización de inteligencia dirigida por Reinhard Gehlen) no había sido capaz hasta entonces de adivinar donde iban a caer las grandes ofensivas soviéticas, en parte debido a sus propias carencias, y en parte a causa de la gran habilidad de los soviéticos para camuflar sus intenciones, una serie de técnicas conocidas como “Maskirovka”.
– En segundo lugar la capacidad soviética para amasar fuerzas que pudieran ejecutar varios grandes ataques simultáneos. Frente a esto. ¿Dónde concentrar las fuerzas acorazadas? ¿Era prudente dividirlas en varios paquetes en función de las posibles ofensivas simultáneas soviéticas?
– Además y en tercer lugar debe tenerse en cuenta que no todo el frente del este era como las grandes llanuras de Ukrania. Los éxitos y teorías de Von Manstein para el sur no eran practicables en los sectores centro y norte, pues en Bielorrusia y en los Países Bálticos el terreno y las infraestructuras eran muy distintos, eso sin contar con la importante red de tropas partisanas que operaban en retaguardia de estos sectores.
– Y finalmente, el propio Hitler, con su constante empeño en no abandonar determinados enclaves, fue, y hubiera sido en todo momento, un importante inconveniente para este tipo de operaciones.
Por otro lado, la ofensiva limitada tenía algunas ventajas importantes a su favor. Veámoslos:
– En primer lugar que permitía a los alemanes concentrar, en un momento y en un lugar concretos, lo más granado de su fuerza: los carros de combate y la aviación.
– En segundo lugar, daba al “Ostheer” la posibilidad de sangrar biológicamente al Ejército Rojo, que si bien estaba creciendo más deprisa, también estaba agotando su reserva humana en una proporción de 5,5 a 1, con lo cual una operación ofensiva brusca, que fuera capaz de eliminar de la ecuación a los 750.000 hombres y más de 50.000 oficiales soviéticos concentrados en el saliente de Kursk, podía dar excelentes resultados.
Podemos pues concluir que “Zitadelle” fue la mejor opción para la “Ostheer” en aquel momento, pero ningún plan sobrevive al inicio de la batalla, pues el enemigo también juega.
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