Tras haber explicado cuales fueron dos de las unidades fundamentales, la división y el regimiento, tenemos que centrarnos ahora en las agrupaciones específicas de este segundo tipo de formación que se llevaron a cabo. El ejército japonés fue bastante flexible en lo que a la composición de fuerzas se refiere, y en estas circunstancias no es raro que organizaran agrupaciones blindadas para misiones específicas.
Una de ellas, la 3.ª Agrupación, formada por los regimientos 1.º, 6.º y 14.º más un escalón de suministro y una plana mayor, combatió en Malasia. Tenía 74 carros de combate medios y 85 ligeros y es difícil evitar la comparación con una división panzer de 1939. Probablemente el mayor problema de los blindados nipones fue que, como los italianos aunque en menor medida, su material fue quedando obsoleto con respecto al que desplegaban sus enemigos.
Mientras la agrupación se desempeñaba con éxito en Malasia, los dos regimientos que fueron enviados a Filipinas -el 4.º y el 7.º- actuaron independientemente. El resultado de estas experiencias fue la organización de brigadas, cuyo material, sin embargo, siempre resultó insuficiente y pronto quedó obsoleto.
Según fue avanzando la guerra los japoneses tuvieron que enfrentarse a un nuevo desafío blindado, para el que no podía servir ninguna de las unidades a que nos hemos referido antes: guarnecer las islas. Para eso el Japón va a crear compañías y destacamentos independientes, que pronto se esparcirán por el pacífico: Guadalcanal, Kuriles, Marcus, Wake… todas ellas y muchas más reciben unos pocos blindados, unidades independientes que, logísticamente y de cara a la cadena de mando, son insertadas en las divisiones o brigadas que tienen como misión defender el lugar.
Este curioso engendro es un carro anfibio tipo 2 Ka-Mi.
Y ya que estamos en el pacífico, es interesante indicar que las unidades anfibias, tanto del ejército como de la marina, también utilizaron blindados. Posiblemente las primeras fueron las unidades especiales de asalto anfibio, que en 1932, durante los incidentes de Shanghai, utilizaron el Tipo 89 y algunas autoametralladoras, como la Sumida. Posteriormente estas fuerzas si recibieron material moderno, y sus vehículos serían sustituidos por el Tipo 95 Ha-Go (1935, con un cañón de 37mm), y el Tipo 97 Chi-Ha (1936, con una pieza de 50mm). Además, la Marina, que, sobre todo durante la fase defensiva de la guerra, mantuvo contra viento y marea la teoría táctica de que era necesario contraatacar siempre que fuera posible, ordenó el desarrollo y la fabricación de un carro de combate anfibio, el Tipo 2 Ka-Mi (1942, con un cañón de 37mm), con el fin de atacar las playas de desembarco aliadas desde el mar, desembarcando contra el desembarco.
Sin embargo, y por muy originales que puedan parecer estas ideas, los japoneses no desarrollaron planteamientos tácticos originales y, al igual que muchos otros ejércitos de principios de la guerra, supeditaron los carros de combate a misiones de apoyo a la infantería. Aunque el reglamento prescribía claramente que los carros debían “allanar el camino a la victoria del ejército utilizando plenamente su movilidad y su fuerza de choque, conteniendo y destruyendo pieza a pieza, tras haber roto su frente, las fuerzas de combate enemigas mediante una rápida explotación y una buena coordinación entre las unidades empeñadas en el combate”; todo esto significó, en realidad, ataque frontal y apoyo a la infantería.
Este planteamiento, que vetó el empleo de grandes formaciones, fue útil en China o, al principio de la guerra, contra fuerzas aliadas poco dotadas en armas contracarro; pero posteriormente resultó nefasto, y es una de las razones por las que el arma blindada japonesa pasó prácticamente desapercibida durante la guerra.